lunes, 28 de julio de 2008

HOY TE LLEVO DE PASEO


Llevo esperando el 16 de julio todo el año. Cuatro o cinco días antes me empieza un pequeño cosquilleo en el estómago que se acentúa después de celebrar el santo de mi madre. Ya no puedo estar quieto y me pongo a dar vueltas en la sala y sobre las 10 de la noche exclamo "¡Me voy ya!", a lo que mi madre siempre dice "A ver cómo se portan este año". Me voy dejando a Lego a buen recaudo en las manos de mi familia. Ya en la calle, se oye un ruido especial y miro desde arriba la empinada calle que será el pre-calentamiento de todos los años.

Empiezo a bajarla lentamente y vienen a mí recuerdos de las personas que me inculcaron lo que siento. Abuela la de casa, que me llevaba de chico para que sostuviera al niño , siempre hablaba de ella como si fuera de la casa, un familiar muy querido; como todos los años, se sacaba una foto con ella para mandarla a mi tío a Venezuela. Cómo la queria. Eso lo dejó impregnado en nuestras vidas.


El mayor temor de mi abuela era lo que le pudiera pasar el domingo en que suben los pescadores del Puerto a hacerle su visita anual y cuando se encontraba con alguno en ese dia les solía decir: "¡Pórtense bien!".


Mi padre era de la Hermandad, como su padre, y en el ví el respeto que se le debe a la Señora.


Al final de la calle te encuentras con gente del barrio; a muchos los conoces de jugar de pequeño, a otros de vista y cómo no, a los colegas de mil historias. Pero todos hoy vamos a lo mismo . Empiezas a oir el bullicio, la Hermandad con sus cirios encendidos, los estandartes, la gente que se para para ver el momento. Notas las caras de los colegas como se tensan y empiezan las preguntas y exclamaciones. "¿Quién va delante?" "Los altos detrás. ¡Detrás!" "¡Yo voy con el Pulgón, como siempre!". Y en todo este alboroto aparece Ella, y notas un cosquilleo por todo el cuerpo y te das cuenta que pareces espinete con todos los pelos de punta. La ves acercarse ¡COÑO QUE BONITA! Y ya tu único pensamiento es llevarla sobre tus hombros. En todo este alboroto ya tengo mi sitio y notas como te crujen las rodillas al levantarla y empiezar la dura pendiente.


Se oyen los vivas y se sigue subiendo. Pienso en los míos que ya no están, en lo felices que se sentirían al verme . En mi familia, que sabe que mientras pueda, año tras año, lo seguiré haciendo. Y en especial en mi madre, en lo orgullosa que se siente, y sé que es su mejor regalo. Aunque mañana y en un par de días no se me quiten los dolores de hombros y articulaciones en general, todo valdrá la pena por sólo mirar un momento su cara y decirle "Hoy te llevo de paseo, cara bonita".


1 comentario:

Lego y Pulgón dijo...

Estoy muy orgullosa de que sigas tan vinculado a las tradiciones de tu lugar de origen. Y reconozco que, aunque no lo haya vivido desde pequeña, es un día muy emocionante, no sólo por la procesión en sí, sino por verte el brillo en los ojos.